10 Poemas de Merardo Ángel Silva.
MERARDO ÁNGEL SILVA.
EL ALMA EN LOS LABIOS.
Para mi amada
Cuando de nuestro amor la llama apasionada
dentro de tu pecho amante contemples extinguida,ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
Porque mi pensamiento, lleno de este cariño
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
Para envolverte en besos quisiera ser el viento
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento,
para poder estar más cerca de tu boca.
Vivo de tu palabra, y eternamente espero
llamarte mía, como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.
Perdona que no tenga palabras con que pueda
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, Amada, y en tus manos de seda
¡Dejar mi palpitante corazón que te adora!
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ANIVERSARIO.
Hoy cumpliré veinte años: Amargura sin nombre
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;
de razonar con lógica y proceder según
los Sanchos, profesores del sentido común.
Me son duros mis años y apenas si son veinte-
ahora se envejece tan prematuramente;
se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos
que repentinamente nos encontramos viejos
en frente de las sombras, de espaldas a la aurora
y solos con la esfinge siempre interrogadora.
¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiña
y a flor virgen; entonces estaba el alma niña
y el canto de la boca fluía de repente
y el reír sin motivo era cosa corriente!
Iba a la escuela por el más largo camino
tras dejar soñoliento la sábana de lino
y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga
sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga
de pupilas azules y rubia cabellera
que velaba los sueños desde la cabecera.
Aunque íbamos despacio, al fin la callejuela
acababa y estábamos enfrente de la escuela
con el "Mantilla" bien oculto bajo el brazo
y haciendo en el umbral mucho más lento el paso,
y entonces era el ver la calle más bonita,
más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.
Y después, en el aula con qué mirada inquieta
se observaban las huellas rojas de la palmeta
sonriendo , no sin cierto medroso escalofrío,
de la calva del dómine y su ceño sombrío.
Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?
Hay tanto que observar en los negros rincones
y, además, es mejor contemplar los gorriones
en los nidos, seguir el áureo derrotero
de un rayito de sol o el girar bullanguero
de un insecto vestido de seda rubia o una
mosca de vellos de oro y alas de color de luna.
El sol es el amigo más bueno de la infancia;
nos miente tantas cosas bellas a la distancia,
tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Reparte
tan bien su oro que nadie se queda sin su parte;
y por él no atendíamos a las explicaciones.
Ese brujo Aladino evocaba visiones
de las mil y una noches -de las mil maravillas-
y beodas de sueño nuestras almas sencillas
sin pensar, extendían sus manos suplicantes
como quien busca a tientas puñados de brillantes.
Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusa
y de la cabellera rebelde que rehúsa
la armonía de aquellos peinados maternales,
cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misa
dominical, y pese a los serios rituales,
al ver al monaguillo soltábamos la risa.
Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,
los besos inocentes que se dan a hurtadillas
a la bebé amorosa de diez o doce años,
y los sedeños roces de los rizos castaños
y las rimas primeras y las cartas primeras
que motivan insomnios y producen ojeras.
¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,
¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,
¡y siento como nunca la tristeza sin nombre,de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;
de razonar con lógica y proceder según
los Sanchos, profesores del sentido común.
Me son duros mis años y apenas si son veinte-
ahora se envejece tan prematuramente;
se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos
que repentinamente nos encontramos viejos
en frente de las sombras, de espaldas a la aurora
y solos con la esfinge siempre interrogadora.
¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiña
y a flor virgen; entonces estaba el alma niña
y el canto de la boca fluía de repente
y el reír sin motivo era cosa corriente!
Iba a la escuela por el más largo camino
tras dejar soñoliento la sábana de lino
y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga
sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga
de pupilas azules y rubia cabellera
que velaba los sueños desde la cabecera.
Aunque íbamos despacio, al fin la callejuela
acababa y estábamos enfrente de la escuela
con el "Mantilla" bien oculto bajo el brazo
y haciendo en el umbral mucho más lento el paso,
y entonces era el ver la calle más bonita,
más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.
Y después, en el aula con qué mirada inquieta
se observaban las huellas rojas de la palmeta
sonriendo , no sin cierto medroso escalofrío,
de la calva del dómine y su ceño sombrío.
Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?
Hay tanto que observar en los negros rincones
y, además, es mejor contemplar los gorriones
en los nidos, seguir el áureo derrotero
de un rayito de sol o el girar bullanguero
de un insecto vestido de seda rubia o una
mosca de vellos de oro y alas de color de luna.
El sol es el amigo más bueno de la infancia;
nos miente tantas cosas bellas a la distancia,
tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Reparte
tan bien su oro que nadie se queda sin su parte;
y por él no atendíamos a las explicaciones.
Ese brujo Aladino evocaba visiones
de las mil y una noches -de las mil maravillas-
y beodas de sueño nuestras almas sencillas
sin pensar, extendían sus manos suplicantes
como quien busca a tientas puñados de brillantes.
Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusa
y de la cabellera rebelde que rehúsa
la armonía de aquellos peinados maternales,
cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misa
dominical, y pese a los serios rituales,
al ver al monaguillo soltábamos la risa.
Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,
los besos inocentes que se dan a hurtadillas
a la bebé amorosa de diez o doce años,
y los sedeños roces de los rizos castaños
y las rimas primeras y las cartas primeras
que motivan insomnios y producen ojeras.
¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,
¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!
Hoy no es la adolescente mirada y risa franca
sino el cansado gesto de precoz amargura,
y está el alma, que fuera una paloma blanca,
triste de tantos sueños y de tanta lectura...!
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SE VA CON ALGO MÍO.
Se va con algo mío la tarde que se aleja;
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora
como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora!
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora
como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora!
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REMINISCENCIA GRIEGA.
Pan recobró su otoñal caramillo
y hace vibrar la dorada floresta,
y es en un claro del bosque amarillo
danza rosada de ninfas en fiesta.
Sombras desnudas temblando en la brisa
siempre más fina, más suave; más leve,
mientras el agua la imagen precisa
de piernas, rosas y cuerpos de nieve.
De lo mas negro del bosque fragante
como la sangre se va de la herida,
suena la voz pastoril y galante
del armonioso instrumento panida.
Suave se irisa la hierba menuda
bajo el jazmín de los pies nacarados
y va borrando la danza desnuda
la sombra gris de los sueños pasados.
Y es un dolor armonioso, una angustia
imprecisable, amarga y ambigua:
ver tan lejana la dulce edad mustia
y la belleza de esta tarde antigua.
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DANSE D' ANITRA.
Va ligera, va pálida, va fina,
cual si una alada esencia poseyere.
Dios mío, esta adorable danzarina
se va a morir, se va a morir .... se muere.
Tan aerea, tali leve; tan divina,
se ignora si danzar o volar quiere;
y se torna su cuerpo un ala fina,
cual si el soplo de Dios lo sostuviere.
Sollozan perla a perla cristalina
las flautas en ambiguo miserere ....
Las arpas lloran y la guzla trina, ...
¡Sostened a la leve danzarina,
porque se va a morir.... porque se muere
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LA RESPUESTA.
Muda a mis ruegos, impasible y fría,
en el sofá de rojo terciopelo
un pálido jazmín hecho de hielo
su enigmático rostro parecía.
La hostia sola en roja eucaristía,
se ocultaba en el mar; y al dulce cielo,
el divino chopin su desconsuelo
en un sollozo trémulo decía.
Y cuando, por oír esa palabra
que eternos lutos o venturas labra;
te hablé de tu desdén y mi agonía,
con ademán de reina mancillada
me clavaste el puñal de tu mirada,
muda a mis ruegos, impasible y fría.
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ROMANZA.
Dime que todo ha sido mentira;
yo tengo miedo de mi soledad;
que mi corazón extraviado delira;
que es una pesadilla, ¿no es verdad?
Mejor es no pensarlo nunca; deja
que me suma en la cálida ebriedad
de tu alado vestido que se aleja
como un perfume entre la oscuridad.
Tu alma no siente ya lo que sentía,
lo has olvidado todo, ¿no es verdad?
me oyes y sigues silenciosa y fría;
ven, miente, dí que me amas todavía,
yo tengo miedo de mi soledad.
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AMOR, DÍ .
Amor, dí ¿qué senderos se gozan con tu paso?
¿cuáles los reyes magos a que sirves de gula?
¿qué rubicunda aurora, qué sonrosado ocaso
vio tu carro de fuego en el triunfo del día .... ?
Ah! si tu alma luciera para mi noche oscura!
si mis rosas se abrieran temblorosas a verte!
se endulzaría el hondo cáliz de mi amargura
con el néctar con que haces tan amable la muerte!
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CANCIÓN DE TEDIO.
¡Oh vida inutil, vida triste
que no sabemos en que emplear!
Nos cansa todo lo que existe
por conocido y por vulgar.
Nuestro mal no tiene remedio
y por siempre hemos de sufrir
la cruel mordedura del tedio
y la ignominia del vivir!
Frívolos labios de mujeres
nos brindan su hechizo fatal;
infeliz del que oyó en Citeres
la voz del pecado mortal!
Vuelan las almas amorosas
hacia los ojos de abenuz,
e igual a incautas mariposas
queman sus alas en la luz.
Pero no tienta al alma mía
dulce mirar o labio pulcro...
yo pienso en el tercer día
de permanencia en el sepulcro.
Tras de los éxtasis risueños
con luna y aves a la brisa;
se deshacen nuestros ensueños
como palacios de ceniza;
eso es hacer casa en la arena
como nos dice la Escritura.
lnvariable sólo el fastidio,
siempre es el viejo spleen eterno,
el negro lago del suicidio
es la antesala del infierno.
Idealiza, ten el anhelo
del águila o de las gaviotas;
ya volverás al duro suelo,
lcaro con las alas rotas...
Un palimpsesto es nuestra vida;
!Dios en él borra, escribe, altera...
mas, la última hoja es conocida:
una cruz y una calávera...
Señor, cual Goethe no te pido
la luz celeste con que asombras;
dame la noche del olvido;
yo quiero sombras, sombras, sombras...
¡Yo estoy sediento, no de humano
consuelo para mi aflicción;
quiero en el lirio de tu mano
abandonar mi corazón!
¡Como una inútil alimaña
que se arroja lejos de sí,
anhelo arrancarme la entraña
que palpita dentro de mí!
Y con aquella calma fría
del que un precipicio no ve,
iré a buscar mi paz sombría,
no impotra a dónde, pero iré ......
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MARINA.
La mañana es alegre, rosada y deliciosa,
como una colegiala que goza en vacaciones;
se enguirnaldan las almas de nuevas ilusiones,
y el mar canta a los cielos un aria cadenciosa.
Súbita en las arenas tu figura gloriosa
yérguese ante un inmóvil coro de adoraciones,
y prorrumpen las ondas en alegres canciones,
acariciando en éxtasis tus contornos de rosa.
Toda tu carne joven vibra nerviosa y ágil
besada por la espuma como un pétalo frágil.
El piélago se esponja, salta, solloza, grita.
Ciñen velos nupciales el raso de tus hombros
y piensan los marinos entre mudos asombros
que va a surgir del fondo la gracia de Afrodita.
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